Los investigadores de la University of Toronto at Mississauga, Canada, en un informe publicado por la Association for Psychological Science[1], comunicaron los resultados de una investigación cuya conclusión fue que los niños que aprenden música desarrollan un coeficiente intelectual por encima del resto.

La constatación se realizó mediante un experimento con 144 niños a los cuales se dividió aleatoriamente en cuatro grupos. Dos de ellos recibieron clases de música durante un año (piano o canto), el tercero, de teatro, y el cuarto, nada.

Se realizó una medición Pre-Post, es decir, antes y después de la experiencia que, como dijimos, duró un año.

El hallazgo fue sorprendente, puesto que los grupos que realizaron actividad musical presentaban un incremento del coeficiente intelectual con respecto a los otros dos. Si bien el grupo que practicó teatro exhibió mejoras en su capacidad de adaptación social, no observó ningún aumento de sus capacidades cognitivas.

Estos resultados fueron sometidos a una segunda medición mediante pruebas de rendimiento académico que los corroboraron.

Los tests empleados para el análisis estadístico incluyeron: Coeficiente Intelectual a escala completa, los marcadores de cuatro índices (comprensión verbal, organización perceptiva, atención selectiva, y velocidad de procesamiento), los 12 subtests (completación de figuras, información, codificación, semejanzas, ordenamiento de figuras, aritmética,  diseño de cubos, vocabulario, ensamble de objetos, comprensión, identificación de símbolos y retención de dígitos), más otros cinco subtests (aplicaciones matemáticas, descodificación lectora, ortografía, comprensión lectora y cálculo matemático) que fueron examinados separadamente.

Es verdad que muchos padres (entre los que me incluyo) desean que sus hijos sean felices por encima de cualquier competencia intelectual. Pero este descubrimiento científico sirve para desbaratar la teoría de aquellas políticas educativas que quitan horas del currículum a la enseñanza musical so pretexto de que distrae de lo importante; donde lo importante son siempre las competencias lingüística y matemática. Los que velamos por la felicidad de nuestros hijos, pensamos que aprender música contribuye enormemente al desarrollo pleno de la personalidad. Pero incluso aquellos que le quitan valor porque creen que lo importante es la inteligencia matemática y lingüística, deberían saber que la música no sólo no distrae sino que favorece sus objetivos.

Antes de este descubrimiento ya se hablaba de los beneficios de la música para el desarrollo infantil, pero siempre en relación a su escucha. Este experimento reveló que la práctica musical es mucho más potente, ya que en ella se ven involucradas diferentes capacidades que el niño puede incrementar mientras la realiza.

Tocar un instrumento supone no sólo (como ya se ha dicho muchas veces) estimular la actividad del hemisferio derecho sino promover el intercambio fluido entre ambos, gracias al fortalecimiento del cuerpo calloso que los une. De esta forma, las áreas comprometidas con los aspectos racionales dialogan permanentemente con las encargadas de nuestras emociones. Esto hace posible que nuestras decisiones sean mucho más equilibradas, responsables, alejadas del impulso descontrolado pero también del cálculo frío y desalmado.

A modo de ejemplo: un niño de cuatro años que empieza a estudiar en Guitar Peques y en sus primeras clases realiza tareas de invención musical para las que necesita imaginar, pensar, buscar soluciones explorando las posibilidades del instrumento y evaluar él mismo los resultados. ¿qué está aprendiendo?

Lo que está aprendiendo al iniciar un contacto así con la música y la guitarra, es a forjar un equipamiento intelectual y emocional potentísimo que, en términos de desarrollo personal le brindará las principales herramientas que se necesitan para afrontar los retos de la vida: pasión, inteligencia, dominio emocional, confianza en sí mismo, valentía, creatividad, voluntad y capacidad de tomar decisiones.

Ahora bien, no es suficiente apuntarse a una clase de música. Es necesario que la pedagogía utilizada vaya en la dirección correcta. Si apuntas a tu niño a unas clases en las que lo tienen todo el tiempo haciendo palmitas, dibujando claves de sol o tocando la tortuosa flautita de plástico, no sólo no incrementará su coeficiente intelectual sino que además se aburrirá y sentirá aversión por la hora de música.

Pero si encuentras un sitio con una propuesta pedagógica que responda a las necesidades educativas de nuestro tiempo, con una metodología pensada para niños del siglo XXI, los resultados estarán en sintonía con los hallazgos de los investigadores canadienses y además, tu hijo desarrollará unas competencias musicales que podrá compartir con gran expresividad y seguridad, como lo hace una alumna de Guitar Peques en el siguiente vídeo.

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[1] http://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1111/j.0956-7976.2004.00711.x

Si quieres más información sobre las clases de Guitar Peques:[button animation=”fadeIn” class=”Guitar Peques Page” link=”https://sleimanmusic.com/clases/guitarpeques/” icon=”fa-binoculars ” linktarget=”_blank” color=”orange” align=”center” size=”small” style=”flat” fullwidth=”false”]Guitar Peques Web[/button]

Escrito por Sergio Sleiman
Licenciado en Música, Especialidad, Guitarra (RCSMM)
Licenciado en Pedagogía de la Guitarra (RCSMM)
Máster en Creación e Interpretación Musical (URJC)
Actualmente elaborando su tesis doctoral sobre la iniciación a la música.

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