Por Sergio Sleiman

Cuando un niño se acerca a un instrumento, la gran mayoría de los profesores intenta enseñar un “paso a paso” diseñado según una lógica que revela sus -conscientes o inconscientes- intenciones, a saber: adiestrar. Por lo general, los profesores descomponen el aprendizaje del instrumento en piezas de un puzzle, ordenadas de menor a mayor complejidad, y se las van dando al alumno de una en una, con la idea de que al recibir la última pieza se monta el puzzle y  el aprendizaje está matemáticamente completado. Pero el cerebro humano no responde a esa lógica cuando aprende. No somos una tabula tasa. Aprendemos movidos por una necesidad y redescribimos permanentemente unos mapas mentales que estrenamos en el vientre materno. De modo tal que la idea del puzzle está obsoleta. El “paso a paso” natural no sigue una línea jerárquica. Es irregular y discontínuo. No es necesario aprender las partes del instrumento antes de tocarlo. No es necesario saber leer música para empezar a practicarla. No hace falta partir de una colocación o unos movimientos técnicos determinados para emitir sonidos y darles un sentido expresivo. Uy, perdón. Dije “expresivo”. Tal vez estoy hablando de la última pieza del puzzle. ¿Os suena? Casi siempre, después de años de adiestramiento técnico basado en la repetición de modelos y la corrección de errores (que sólo advierte el docente) se le dice al alumno: Tienes que expresar, estás tocando muy mecánicamente. Esto es realmente una locura. Muchas veces los profesores realizan estas tareas inconscientemente. Sencillamente, repiten lo que sufrieron como alumnos. Del otro lado, se abren nuevos horizontes pedagógicos sustentados por los últimos descubrimientos neurocientíficos que arrojan luz sobre el funcionamiento del cerebro al aprender. De ahí en más ya es una cuestión ética seguir en una dirección o en otra. Dicho de forma llana:  “no hay peor sordo que el que no quiere oír”. Cómo dijo mi profesor de psicopedagogía: si vas a sacar una lata de refresco de una máquina que funciona con monedas de un euro, jamás le echarías una piedra o algo diferente a lo que te indica. Entonces, ¿Por qué un profe no investiga cómo aprende el cerebro de un niño en lugar de echarle piedras? Afortunadamente, se van abriendo ventanillas por las que mirar. Volviendo al tema que da título al post, partir de la última pieza del puzzle; la expresividad, permite al alumno autorregularse en la adquisición de las herramientas técnicas necesarias para conseguir sus propios fines. Si el profesor parte de una meta expresiva elegida por el alumno o consensuada entre ambos; si este la vive como propia y se siente con poder de evaluar y reconducir los resultados según sus propias expectativas, entonces, la educación musical a través del instrumento está garantizada. ¿Cuál será el progreso técnico con el instrumento? Desde luego, no el que esté en la cabeza del profesor sino aquél que resulte de la dinámica surgida entre los intereses expresivos del alumno y la adquisición de las herramientas necesarias para su comunicación. Y estos son tiempos que no dependen de un programa de estudios ni de una gran planificación didáctica. El aprendizaje es una construcción personal, con necesidades y tiempos individuales. En el vídeo podéis ver a una niña muy expresiva, sin miedo escénico, motivadísima, con gran sentido rítmico, afinada y con una musicalidad que no se da habitualmente entre niños adiestrados según la teoría del puzzle.

Sergio Sleiman
Licenciado en Música, Especialidad, Guitarra (RCSMM).
Licenciado en Pedagogía de la Guitarra (RCSMM).
Máster en Creación e Interpretación Musical (URJC).
Actualmente elaborando su tesis doctoral sobre la iniciación a la música.

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2 thoughts on “¿Adiestramiento técnico o educación musical?

  1. Buenas

    Esta genial tu redaccion y hay muchas informacion que no
    conocia que me has enseñado, esta espectacular..
    te queria reconocer el periodo que dedicaste, con unas infinitas gracias, por
    enseñarle a personas como yo jajaja.

    Besos, saludos

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